Un día Francisco predicó a los pajaritos. Se habían reunido a la orilla del camino y les dijo:
"Hermanitos míos, es preciso alabar a Dios, que les dio la libertad, su hermoso vestido y su lindo trinar, los granitos y el agua que los alimentan y los árboles para sus nidos".
Con sus trinos y sus cantos, todas las avecillas aprobaron alegremente esta prédica improvisada e inspirada.
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